Enamorados a la fuga

No tenemos otra salida…

Me llamo Clara Villalva Felipa, nací en Lima, el 16 de agosto de 1939. Estudié en el colegio San Andrés de Barrios Altos, Lima.

Mi madre era de Ica, falleció en Lima cuando yo tenía tan solo nueve años. Siempre he vivido con mi padre el cual fue artesano moldeador de alto relieve.

Cuando tuve 16 años, por el trabajo de mi padre vivimos un tiempo en Pacasmayo, a mi padre le fue encargada la modernización de la iglesia. Terminada la obra nos trasladamos a vivir a Chimbote, donde mi padre tenía familia.

En Chimbote vivimos en la Florida, en el Jr. Huancavelica, donde teníamos nuestra casa taller.

Cuando tenía 23 años, a mi padre le recomendaron un joven para que sea su ayudante. El joven Mario Diaz Casas, el cual vino de Chocope, provincia de Ascope en el Departamento de la Libertad, Trujillo – Perú.

Mario, el ayudante de mi padre me gustaba y buscaba momentos para poder verlo. Fui conociendo a Mario y él también se interesó por mí Después de un año comenzamos vernos a escondidas de mi padre, pues sabíamos que él no estaría de acuerdo.

Yo le decía a mi padre que me iba al cine y quedaba con Mario a escondidas. Conversábamos mucho y nos fuimos enamorando.

Muchas veces esperábamos hasta el último minuto para dejar distancia entre nosotros, para que no se den cuenta los vecinos o nos vea mi padre, pero finalmente los amigos de mi padre, que ya nos habían visto en varias ocasiones, le contaron que nos veían muy acaramelados.

Mi padre se enfadó mucho, me castigo y hecho a Mario del trabajo.

Aun así, nuestro cariño nos hizo seguir viéndonos a escondidas. Me agradaba Mario por ser un hombre noble, atento y trabajador, y Mario siempre me decía que le agradaba mi belleza, no pudimos detener lo que sentíamos.

Hablábamos muchas veces de que hacer para estar juntos, nos extrañábamos. No estábamos de acuerdo con separarnos y menos con las restricciones que nos implantó mi padre de terminar la relación.

Finalmente, la idea de fugados fue la única salida que nos rondaba en la cabeza una y otra vez, hasta que lo hicimos. Un día salí de casa decidida a no regresar más y vivir mi vida con Mario.

Nos hospedamos en el Jr. San Pedro, en casa de una de mis tías.

Esos días fueron maravillosos, disfrutamos de cada momento juntos, éramos dos locos enamorados viviendo nuestro amor, haciendo nuestros planes para el futuro, pero en la vida la felicidad no es completa…

Poco a poco me comenzó a invadir la tristeza por mi padre, lo extrañaba, pensaba en quién le cuidaba, o quien le daba de comer, y si se enfermaba…

No aguanté más y a los cuatro meses, después de haber conversado con Mario, regresé a casa, le pedí perdón a mi querido padre, y también le supliqué bendecir nuestra relación.

A mi padre lo vi llorar, me dolió mucho verlo así. Me dijo que me perdonaba y aceptaba porque era lo único que tenía en su vida, porque vio que seguíamos juntos, y no me quería lejos.

El 06 febrero de este año 2024, hemos cumplido con Mario mi esposo, nuestro 60 Aniversario de casados, «Felicidades mi querido esposo».

Tenemos seis hijos; Víctor, Mario, Cesar, Teresa, Rosmary y José, quince nietos y siete bisnietos.

Escrito desarrollado en primera persona, agradecer al Sr. Mario Diaz Villalva, hijo de la protagonista, por la información y confianza depositada en mi persona para escribir parte de la historia de sus queridos padres.

Dedicada a los grandes amores que nos llevan muchas veces hasta la locura.

¡QUE VIVA EL AMOR!

VAMOS A POR MÁS!

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